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contaminación lumínica

Una de las definiciones más aceptadas de contaminación lumínica la describe como «la emisión de flujo luminoso procedente de fuentes artificiales nocturnas con intensidades, direcciones o rangos espectrales (colores) innecesarios para las actividades que se planea desarrollar en la zona iluminada». Según esta caracterización, para que una instalación de alumbrado no se considere contaminante debería emitir un flujo luminoso adecuado (no excesivamente intenso), no debe invadir fincas colindantes (lo que supondría intrusión lumínica y por tanto molestias para los vecinos) y no debe emitir luz de colores inadecuados. Una definición más genérica identifica la contaminación lumínica con «cualquier perturbación artificial de las condiciones naturales de oscuridad de la noche». Desde este punto de vista todo alumbrado nocturno es contaminante y solo cabe tratar de diseñarlo de manera que la perturbación sea la mínima. La contaminación lumínica, en forma de luz emitida hacia el cielo de manera directa o tras reflejarse en fachadas y pavimentos, supone una amenaza muy seria para la astronomía tanto profesional como no profesional, e implica para la población general la pérdida del cielo nocturno como parte del paisaje natural y como patrimonio cultural. La alteración de la oscuridad natural de la noche tiene, además, implicaciones para los ecosistemas e, incluso, para la salud humana. 

A pesar de los esfuerzos en curso por combatir la contaminación lumínica, la tendencia en los países occidentales y en especial en España es a empeorar a pasos acelerados, lo que presagia un futuro poco esperanzador para la contemplación del cielo nocturno y para su estudio científico, incluso desde los observatorios más avanzados situados en nuestro territorio.

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Imagen: Dos panoramas nocturnos ilustran los efectos de la contaminación lumínica. Arriba, panorámica nocturna obtenida cerca de Mahide (Zamora), hacia las 10 de la noche, en un lugar medianamente oscuro. Abajo, panorama cerca de Ciguñuela (Valladolid), el 28 de enero 2008, en torno a las 20:30. Se aprecia el efecto de las luces urbanas sobre el cielo nocturno.
Crédito: Fernando Cabrerizo. Sociedad Astronómica Syrma (Valladolid) / Cel Fosc Asociación Contra la Contaminación Lumínica.

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